Madre tierra, madre mía, ya navego tu placenta, voy braceando por tu carne, siento ganas de nacer. En la orilla de tu lengua dame puertas, compañera, que entre todas tus palabras la primera yo seré.
Te golpeo la saliva con un toro de seis cuerdas, del costado emocionante de tu boca naceré. Madre, armame grito andante con las armas que calientan las milongas de Yupanqui, los bembones de Guillén.
América, parime bien. América, gritame bien. Y América, cantame en español. Posados en tu sangre, igual que yo, los pájaros de la revolución, esperan que nos digas cómo son la letra y la tonada de tu fe. América, parime bien. América, gritame bien. Y América, cantame en español.
Madre tierra, te reanudo la vergüenza más varona, las raíces de tu gesto, los oleajes de tu sed, con tu lado de fusila, con tu parte tiburona, defendeme, madre mía, tengo apuro de nacer.
Voy sin plata para cuna, voy sin tiempo para muerte, sola en una caracola que recuerde, creceré, que recuerde las pleamares de tus criollos y las cuente con las voces casi una de Neruda y de Gardel.