A ver mi loco bandoneón cantá tu misa en este bar. Tus ángeles dirán el salmo del alcohol. Igual que palomares tus teclados se abrirán, y en todo habrá un temblor de Más Allá.
Mi loco bandoneón, ladrón de sombras de mujer, tu nácar se robó las lunas que no están. Y un reo lucifer deschava en tu frasear compadres wagnerianos que aún te sangran por la voz, y muerden mis dos manos y, al dolerme, toco yo.
Ay, bandoneón, entre un pañal y un funeral saqué tu son.
Fanáticos de amor amamos, y al final un síncope de tangos nos retuerce en su espiral.
Tanto me entendés, tanto me decís, tanto, que esta vez tócame vos a mí.
Mi loco bandoneón, vamos, por fin, zapáme, y a dos manos confesame hasta morir.
¿No ves, mi loco bandoneón, que están bailando en el café la flor del cabaret y el hombre de hormigón? Y vos, quemando aceite con tu yeite fraternal, le das a cada cual su comunión.
Mi loco bandoneón, el mundo esta en el mostrador, y escucha un alemán borracho de emoción, la magia en Doble A del hijo que partió. Y al alba por tu armonio clandestino pasará el bravo manicomio de los siglos que vendrán.
Ay, bandoneón, entre un pañal y un funeral saqué tu son.
Fanáticos de amor amamos, y al final un síncope de tangos nos retuerce en su espiral. Tanto me entendés, tanto me decís, tanto, que esta vez tocame vos a mí.
Mi loco bandoneón, vamos, por fin, zapame, y a dos manos confesame hasta morir.