Woody Allen, quiero verte en Buenos Aires, ruso piola y atorrante de Manhattan, con tu cara de gilastro, y tu corazón en llamas, te veo por Corrientes palpitando nostalgias que hacen mal, pero son lindas: Buenos Aires, viejo Woody, es una mina de la que ya never more escaparás.
Verás, che Woody Allen tu biógrafo en porteño, cuando Hugo del Carril de la pantalla se salía por darle una alegría de amor a Doña Nadie y el cielo era la vieja vigilando junto a Dios.
Verás a las mellizas New York y Buenos Aires, bellísimas y neuras como niñas inmortales, cambiando amor por sexo y a los cafés por bancos, bailar el tango al ritmo de tu rubio bandoneón.
Woody Allen, tengo ganas de abrazarte contemplando que el final del siglo veinte es un show de funerarias: Chernobyl, El Golfo, El Sida. Y, al fin, si es inmoral seguir con vida, vení, que aquí están Groucho y Pepe Arias y nos vamos a morir, pero de risa, para dentro de dos siglos despertar.
Verás, che Woody Allen tu biógrafo en porteño, cuando Hugo del Carril de la pantalla se salía por darle una alegría de amor a Doña Nadie y el cielo era la vieja vigilando junto a Dios.
Verás a las mellizas New York y Buenos Aires, bellísimas y neuras como niñas inmortales, cambiando amor por sexo y a los cafés por bancos, bailar el tango al ritmo de tu rubio bandoneón.