Español era mi abuelo, de Castilla, de una villa en la Provincia de León, cuántas veces cabalgando en su rodilla de ese pueblo maravillas me contó. Español era mi abuelo y su tarea picar piedra en la cantera de Tandil, con mi abuela que lavaba para afuera, fugitivos de la guerra civil. Y yo estoy aquí, tengo mucho más de lo que soñaron casi un siglo atrás, míreme las manos, ni una sola llaga pero falta algo que a ellos les sobraba. Italiano mi otro abuelo, de Sicilia, de la aldea más cerquita del volcán, donde patria era sólo tu familia y la espalda se partían por un pan. Italiano mi otro abuelo y el hermano arrastrando por el sur de Santa Fe, como bueyes las correas de un arado y mi abuela cocinando para cien. Y yo estoy aquí, tengo mucho más de lo que soñaron casi un siglo atrás, míreme las manos, ni una sola llaga pero falta algo que a ellos les sobraba. Falta la esperanza, la más simple, la de creer que no es en vano deslomarse por los hijos que en un futuro cercano tendrán un mundo mejor... Un poquito mejor que el que habitamos. Falta la esperanza, la más grande, la del grito compañero, la de la ¨Victoria Siempre¨, la de ¨Unidos triunfaremos y me falta como a vos, me falta la ilusión de los abuelos.