Todo el continente está virginalmente tranquilo. Hasta el cielo se elevan las verdes hojas del Ñandubay, y hermosamente dóciles caen los brazos del viejo sauce en las aguas del Mataquito. Allá, en la lejanía de la Pampa un niño mira el horizonte con los ojos claros del maternal Chaco. Todo el continente tiene la vida en paz…
…Por el mar se vino la muerte blanca. Cayó el quetzal moribundo en la tierra Tolteca, un hueñecito Mapuche quedó gimiendo en el campo de batalla, y ahora, desde el cauce de nuestra vital sangre pregunto:
RELATO: Dónde estás Gigante Austral con la antigua espera olvidada del grito indio ancestral? El viento amigo leal las praderas despeinaba el acero asomaba solo vivía el Ona en la tierra patagona que de ríos desangraba.
El tehuelche indómito entre sombras surgía un lobo de mar gemía la nostalgia de la noche. Que se nos cierre el broche de la olvidada historia pues la raíz es la gloria de las viejas tolderías, y la esperanza solía degollar a la escoria.
La sangre en la tierra en guijarros se volvía y la ira florecía e el malón de la guerra. El arco la flecha no yerra! Huracán Alacalufe que vestías de plumaje para fecundar el valle con el aroma del molle el más divino brebaje.
Dónde estás hombre-indio? Qué manos te arrancaron el aire y se marcharon? La vida el indio perdió, y la aurora se murió colonizada en libros de escritores esbirros, tu lucha no revivieron, tu humildad pisotearon en esos oscuros escritos.