No es que no quiera pasarme el lomo por la escobilla, tampoco hacerle cosquillas al que ha venido a escucharme. Con prisiones y gendarmes castiguen mi vanidad, a la pata'e la verdad yo estoy contando mi cuento, Perdonen mi atrevimiento y mi escasa habilidad.
Tenga calma la compaña ya viene la despedida; la poca sabiduría mis pensamientos empaña. Siempre la suerte me engaña por mucha ilusión que tenga. Que la fuerza me sostenga si el sacrificio es en vano y no me condene hermano, no hay mal que por bien no venga.
Por años crucé las calles gimiendo muy dolorosa y a trabajar afanosa me fui por montes y valles. No quiero entrar en detalles ni remover las cenizas, lo malo me escandaliza me quiebra nervios y huesos... Ya el viento volvió el recelo y el mar lavó las desdichas.
Me voy por un senderito sembrado de blancos yuyos y en árboles en capullo ya cantan los chincolitos. En el estero infinito se están meciendo las aguas, la sombra de la patagua me recibe con cariño, las lágrimas, del corpiño, resbalan hasta mi enagua.
Detrás de las alamedas se duermen los animales, perfuman los cereales las trémulas sementeras. Las hojas por vez postrera me brindan una sonrisa y me refresca la brisa con sus esponjas, la frente. Respiro serenamente, ya nada me martiriza.
Semana que mis rosales estaban ya florecidos yo con mi malo sentido vi sólo sus espinales. Las nubes primaverales parecen una pintura, los campos con su verdura me han descorrido el telón. Mis ojos bailan al son del viento por la llanura.
Ya no me clava la estrella, ya no me amarga la luna, la vida es una fortuna vistosa, próspera y bella. Sus lluvias y sus centellas nos engalanan los aires nos brindan como una madre su aliento renovadero. Ya siento que el mundo entero está de canto y baile.