Recuerdas los tiempos en que, viejo amigo, ardía en tu boca la azul madrugada. Borracha, Afrodita reía y brindaba contigo dejando el olor de otro cuerpo en tu cama. ¿Dónde encallaron esos días? ¿En qué luminosas playas?
Huyendo de ti y de la aurora, escapaste buscando en mil bares el abracadabra que detiene el tiempo, pero regresaste y te encontraste a ti mismo esperándote en casa. Y el alba sincericida trajo su rutina y su ancla.
El amor es la piedra que Sísifo 1 empuja. El mundo el cascabel de un gato asustado. Nadie nos avisó que amar es doler, que crecer es aprender que para regresar, y para casi todo, es tarde, y aquello que no fue nuestro más leal amante.
Así que brindemos ahora viejo amigo: que acabe este otoño y resuelva el misterio del eclipse en tu pecho, que aún no nos rendimos. De la noche aprendimos viejos sortilegios que ayudan a conjurar al reloj y sus espectros.
Sísifo abandona hoy su piedra en la cima y el gato se duerme esta noche en tus brazos. Quizás tengan razón y amar es doler pero quién diablos quiere regresar si lo que cuenta es aprender que no está perdido aquello que no fue, que no está perdido aquello que no fue.
1.- Sísifo: En la mitología griega Sísifo, hijo de Eolo y Enarete, marido de Mérope y fundador y rey de Éfir, fue condenado en el infierno a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio. ¿Acaso el amor no parece a veces esa piedra?