Los árboles viejos del parque se han muerto, Aquellas aves del sur de ketama no han vuelto, Ni aquel cielo de agosto ni la luz que nos diste, Pero abriéndose paso a golpes el sueño prosigue.
Nunca nadie supo de dónde habías venido, Que si de otra ciudad, que del barrio vecino. Y se hablaba de ti y de tus corredurías, En la calle, en los bares, sobre todo en comisaría.
Con tu aire rebelde el barrio respiraba, Nunca corría la sangre cuando tu asaltabas Una caja de ahorros o una farmacia. Cuentan que entre el viejo poblado repartías las ganancias.
Unos dicen de ti que eras alto y moreno, Otros rubio, castaño y uno dijo que tuerto. Y todos coincidían en que tú hacías falta, Y en la calle paseaba tu sombra revolucionaria.
Las muchachas del barrio soñaban contigo Y, pobres niñas ingénuas, yo sabía que eras mío. Todo joven del barrio se moría por enrolarse En tu mítica banda, todo el mundo estaba de tu parte.
Cuentan que se vivió en paz bajo tu mirada, Que a los chulos del barrio mantenías a raya, Que tenías un tesoro escondido y un mapa, Que una noche sin luna al diablo vendiste tu alma.
Nadie podrá olvidar esa mañana gris, El asalto perfecto a la cajamadrid. Dicen que tu mejor amigo te vendió, Que sonreiste cuando aquella bala te atravesó.
Lloró el barrio entero la cruel tragedia, Siempre pierden los mismos y dictan sentencia Verdugos implacables, oíd cómo suenan Los pasos de un viejo ladrón que viene de vuelta.
Los árboles viejos del parque se han muerto, Aquellas aves del sur de ketama no han vuelto, Ni aquel cielo de agosto ni la luz que nos diste, Pero abriéndose paso a golpes el sueño prosigue.
Al día siguiente alguien te había visto Paseando en la calle con gesto tranquilo, Pensando en tus cosas, seguro conmigo. Tras haberte dado sepultura parecías más vivo.
Y aún en las calles resuena tu nombre. Dicen que escapaste y que ahora te escondes En sombras del barrio, en un sitio secreto. El barrio se quema en tu ausencia y te echo de menos.