Te dejo, yo qué sé, El fracaso más tierno, La idea de no verte, Ese pequeño espejo Donde te amé durante Tanto tanto tiempo, Tanto tanto tanto tiempo.
Te dejo la palabra, El vasito de vino, Esos pasos cansados, El saberte conmigo, El morir y vivir Encogido en tus besos, Encogidito en tus besos.
Vendrá la vida a vernos En el mes del olvido Cuando tiene la tarde El color del domingo Y sabe la nostalgia A cuaderno y colegio, A cuaderno y colegio.
Así que aquí te dejo, Cuando voy al trabajo, La promesa solemne De volver a tu lado Aunque esta noche el mundo Se hunda y me desarme, Se hunda y me desarme.
Para que tú lo sepas Te dejo como herencia Lo que yo siempre quise: El dolor, la tristeza De otros –dios los bendiga– Que nos hicieron grandes, Que nos hicieron grandes.
En ellos me refugio Con ellos soy monarca Dueño del paraíso, Señor de cuerpo y alma Y dios omnipotente De las calles y bares, De las calles y los bares.
Y dueño de tus labios, Dueño de tus reproches Y de tus regañinas, De tu tos por la noche Y de esa palabra Que huele a pan y a tarde, Que huele a pan y a tarde.
Te dejo todo eso Sin que nadie lo sepa. Donde salvar la vida Efímera y pequeña, Un lugar de esperanza, Aquel dulce refugio En que han de convertir el mundo.