La lluvia se derrama por ti, dibujando coronas de agua y, en Madrid, tu nombre se escribe en el vaho de una ventana, y al otro "lao" te lanzo el beso que no pude dejar en ti.
La promesa creo ver en ti de una última batalla aquí en Madrid. Hoy tocan jazz en aquel bar donde no pude soportar la quemadura que en mi boca hace una verdad.
No encuentro ni un momento de calma en mi tiempo que no crea que debas ocupar, ni un rincón en tu cuerpo que no deba invadir, olvidaré hasta el idioma por ti.
Bendito el día en que consigo despertar con el ritual con que te sueles levantar. Tú juegas a esconder las dunas de tu piel, en el oasis de tu vientre me hundiré.
Si el resto del viaje decides hacerlo sin mí, será tan duro sobrevivir solo en Madrid. Quizás en aquel bar sigan tocando jazz, te esperaré en la misma mesa en que te hablé de ese salto al vacío que planeaba contigo, de mis ganas de revolución, de mis manos hechas viento, meciendo en tu cuerpo las amapolas que sembramos en ti.