Volveré temprano, no dejaré que se seque tu noche ni el ficus de la entrada. Daré luz a los peces que navegan por la casa, y en tu vientre no habrá marejada.
Volveré temprano, ponte mi pijama. Ya lo sé, lo que te doy es bien poco. Pero aunque el diario hoy se olvide de nosotros, mañana una paloma se posará en tus hombros.
Volveré temprano, respira tranquila. Cuando los demonios sanen tus heridas no habrá que buscar ni luz ni aspirinas. Allí estaré yo. Y si te despiertas antes de que salga el sol y algo se enreda en tu pecho, ese seré yo.
No habrá dilaciones. No habrá más aullidos ni cuchillos arrastrándose en la calle. Seremos nosotros los que al alba hablen de este aroma de tormenta. Seré yo quien te descalce.
Volveré temprano. Hoy haré la cena. No temas, que la noche ya termina. Y a lo lejos, lluvia y unicornios que relinchan, pasionarias que florecen nos darán la bienvenida.
Volveré temprano. Te traeré la aurora y, para tu espalda, polvo de mariposa. Si nadan estrellas hoy bajo tu ropa, allí estaré yo. Y si te despiertas antes de que salga el sol y algo se enreda en tu pecho, ese seré yo.