Ya llegó la primavera en unos grandes almacenes, el último neón centellea mientras media ciudad aún duerme. Madrid despierta perezosa, vuelven las putas a sus guaridas. Unos esperan en casa, otro se ata a su rutina.
Mil prisioneras en sus casas despiden a sus maridos, falsos retazos en los besos de lo mucho que han perdido. Amanece lentamente y la guerra de lo cotidiano derrotará a estas mujeres que se pasan la vida esperando. Otra vez en el 62 se volverán a encontrar ella y él medio dormidos camino de la facultad. Durante más de tres años comparten ese viaje cada mañana, el uno en el sueño del otro y nunca se dirán nada.
Ya llegó la primavera en unos grandes almacenes, el último neón centellea mientras media ciudad aún duerme. Madrid despierta perezosa, vuelven las putas a sus guaridas. Unos esperan en casa, otro se ata a su rutina.
Un indigente solicita una urgente ayuda que le pierda en su soledad adictiva, que le aleje de tanta mierda. Aunque ninguna droga ya adormezca, aunque mañana se muera, en unos grandes almacenes llegará la primavera. No pudo soportar el estrés aquel eficiente ejecutivo, aquella mañana la ciudad le convirtió en un asesino En plena calle sacó un arma y disparó a discreción matando a un indigente, dos jóvenes y un marido que a una mujer dejó esperando.
Ya llegó la primavera en unos grandes almacenes, el último neón centellea mientras media ciudad aún duerme. Madrid despierta perezosa, vuelven las putas a sus guaridas. Unos esperan en casa, otro se ata a su rutina.