No tendríamos problemas, no le des vueltas así, si cuidases tus cabellos, si no olieras a jazmín si quemases tus vestidos color lila y cachemir, si enterrásemos los sueños si volviéramos al fin. No nos hablarían ellos con ojos de mercader donde quisimos amarnos, donde quisimos crecer. Si no hubieras inventado esas ganas de vivir con sonrisas en otoño en una tarde sin fin. Si no fuéramos tan tontos de dejarnos seducir por las moras, por las nubes por oler el mes de abril. Si no hubiéramos creído en las noches sin dormir, en peinar niños traviesos besando el atardecer. No nos hablarían ellos con ojos de mercader donde quisimos amarnos, donde quisimos crecer. Si no hubieras inventado esas ganas de vivir con sonrisas en otoño en una tarde sin fin. Si tuviéramos corbata si tuviéramos más estress, si escucháramos la misa los domingos a las diez. Si volasen por los aires su moral de corte inglés, sus despachos, sus tarjetas, las mentiras de su fe. No nos hablarían ellos con ojos de mercader donde quisimos amarnos, donde quisimos crecer. Si no hubieras inventado esas ganas de vivir con sonrisas en otoño en una tarde sin fin. Si bailasen con la luna sin pedir permiso al sol, si aparcaran el progreso, se empapasen de sudor, si escuchasen el tomillo si bebiesen el frescor si abrazaran los los silencios si perdiesen la razón. No nos hablarían ellos con ojos de mercader donde quisimos amarnos, donde quisimos crecer. Si no hubieras inventado esas ganas de vivir con sonrisas en otoño en una tarde sin fin.