Te acuerdas, cabezón, de aquel gilipollas Que abandonamos en marsella un buen día Huyendo con su mujer en un paquebote griego Víctima de pesadillas que al despertarse se cumplían.
Y te acuerdas de que jofre y maría Con un continuará concluían la canción. Profética ocurrencia. ayer en la boquería Me tropecé con él y se cree que es de verdad.
De verdad como el filo gélido del cuchillo Que me puso al cuello clamando sangre y venganza Por los años desperdiciados, por los sufrimientos habidos, Por haberlo dejado tirado en un puerto de francia.
Qué escándalo, cabezón... suerte que desde un puesto Le tiraron un melón a la cabeza y petràs Le arreó un bolet ² y, con kilo y medio de dorada, De rebote, siseta ¹ le reventó la nariz.
Ya más tranquilos, mojando pan en el capipota del pinotxo Me confesó su calvario desde que Su mujer, harta de ir de aquí para allá como locos Y de velar pesadillas, se las piró también.
Que mientras tú, cabezón, disfrutabas de los placeres De la vida engatusando a los del fisco y la banca, Él no tuvo ni una noche ni un día de descanso... Siempre en vilo, huyendo, mintiendo, sufriendo, haciendo trampas.
Preguntó por ti y le entró llorera Al saber que habías muerto, que el corazón te había dicho basta. Conmovido me abrazó diciendo: "ya sabes cómo era... Un perro capaz de hacer lo que fuera por tocar los huevos".
Ahora lo tengo instalado en casa y dice que se queda Hasta que prescriba el crimen o lo juzguen inocente O cambiemos el final de la pesadilla por entregas Y todo acabe bien, viento en popa y buen viaje.
Me suplanta en el espejo cuando me estoy afeitando. Asoma la cabeza por el bidet cuando me aclaro los bajos. Me endiña cada susto que me deja temblando. Atraviesa las paredes, me revuelve los cajones.
Tienes que echarme una mano, que éste no está por hostias. Te espero a cenar. te gustará el menú: Tecamondres, peixín y marinet ³ de postre. Si él ha podido volver, ¿por qué no tú, cabezón? ¿por que no tú?