De no ser por ti, hubiese muerto de hambre antes de perder la salud. De no ser por ti, que me pones un plato en la mesa cuando otros por toda ayuda dan buenos consejos y sabias palabras dejándote solo y en ayunas. Me esperaba el triste final de la cigarra de no ser por ti. De no ser por ti, seguro que no tendría dónde hundir las raíces ni un cubierto donde guarecerme, ni una buena guía para ir y volver al séptimo cielo, y los hijos que esparciese no los conocería, nada de mí viviría en nadie. Yo sería otro y nadie lo sabría de no ser por ti. De no ser por ti, que recoges los pedazos tras la tempestad, y me haces compañía cuando ladran los perros en el corazón de la ciudad, tú que, desde el espejo, ojeroso me miras riñéndome de buena mañana por maltratar una vida que jamás tendrías de no ser por mí. De no ser por mí, ¿quién te rescataría de tanta vulgaridad? Trabajo, compromisos, rutina, familia, municipio y sindicato. Por eso me das crédito y amparo, casa, mujer, pan y abrigo. Ya me contarás quién serías sin tu íntimo enemigo.