Quiero aclarar que este testamento no es el corriente colofón de vida más bien se trata de un legado frágil vigente sólo hacia el final de un día digamos pues que lego para el jueves las inquietudes que me puso el martes cambiadas sólo un poco por los sueños y esa tristeza que es inevitable. Lego una nube de mosquitos y una computadora que no tiene pilas y hasta mi soledad con la esperanza de que mis legatarios no la admitan. Lego al jueves cuatro remordimientos la lluvia que contemplo y no me moja y el helecho ritual que me intimida con la vieja elegancia de sus hojas. Lego el crujido azul de mis bisagras y una tajada de mi sombra leve no toda porque un hombre sin su sombra pierde el respeto de la buena gente. Lego el pescuezo que he lavado como para un jueves de horca o guillotina y un talante que ignoro si es recato o estupidez malsana o alegría. Lego los arrabales de una idea un tríptico de espejos que me hiere el mar allá al alcance de la mano la hiedra que abanica las paredes. Y sólo ahora pienso que en mi árbol en mis brumas sin rostro y en mi vino me quedan por legar tantas historias que alguna se me esconde en el olvido. Así que por si acaso y por las dudas y para no afligir a quien me herede las dejo para otro testamento digamos el del viernes.