C’era una volta, un piccolo navio, che non poteva, non poteva, navegar... así cantaba a golpes de martillo, el un fuerte obrero, sin dejar de suspirar. Y mientras trabajaba su semblante reflejaba que sufría el más profundo dolor. Pero es que a su pesar, no podía olvidar a la mujer ingrata, que aún amaba...
Tuvo amor, a una mujer y le dio su corazón y ella no supo corresponder como debía ser, a esa pasión. Frágil fue con él, la infiel, como un barco de papel, desde el día que la infeliz lo abandonó, él cantaba así...
C’era una volta, un piccolo navio, che non poteva, non poteva, navegar... y pretendió salir al mar bravío desdeñando el dulce puerto del hogar. Y un buen día engañada, mar afuera, por la corriente arrastrada, fue por otro timonel, que pronto se cansó y a la pobre dejó, perdida en medio de la marejada.
En las aguas del placer, ella quiso navegar y cual un barquito de papel la pobre no tardó en naufragar. Y por eso, sin cesar, él cantaba su dolor porque no podía olvidar a la que fue su gran pasión.