Uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansías. Sabe que la lucha es cruel y es mucha, pero lucha y se desangra por la fe que lo empecina. Uno va arrastrándose entre espinas, y en su afán de dar su amor sufre y se destroza, hasta entender que uno se ha quedao sin corazón. Precio de castigo que uno entrega por un beso que no llega o un amor que lo engañó; vacío ya de amar y de llorar tanta traición
Si yo tuviera el corazón, el corazón que dí; si yo pudiera, como ayer, querer sin presentir... Es posible que a tus ojos, que hoy me gritan tu cariño, los cerrara con mis besos sin pensar que eran como esos otros ojos, los perversos, los que hundiera mi vivir... Si yo tuviera el corazón, el mismo que perdí; si olvidara la que ayer lo destrozó y pudiera amarte... Me abrazaría a tu ilusión para llorar tu amor....
Pero Dios te trajo a mi destino sin pensar que ya es muy tarde y no sabré cómo quererte. Déjame que llore como aquél que sufre en vida la tortura de llorar su propia muerte. pura como sos, habrías salvado mi esperanza con tu amor. Uno está tan solo en su dolor... Uno está tan ciego en su penar... pero el frío cruel, que es peor que el odio, punto muerto de las almas, tumba horrenda de mi amor, maldijo para siempre y se robó toda ilusión.
Compositor: Letra: Enrique S. Discepolo / Música: Mariano Mores (1943)