Iba la Caramba con un as en la manga y un clavel en el pelo a ganarse el dinero. Iba embadurnada de un perfume extranjero de esos que a veinte metros te tiran de espaldas. Iba la Caramba envenenada de samba meneando el trasero engordando el anzuelo. Cuando se acercó a un sujeto "Apuesta tu dinero y, si ganas, el premio soy yo"
No tenía nombre y el Caray le llamaban por no hacer el trabajo de llamarle carajo. Que era al fin y al cabo, la maldita palabra que entre cada partida oxidaba sus labios. La miró despacio desde arriba hasta abajo y se rió para dentro como ríen los malos. "Tu dirás a qué jugamos pero déjate de trucos y ojito con las manos"
Iban la Caramba y el Caray sin nada que perder aparte del pellejo juntos a la luz de un farol el uno por amor la otra por dinero.
Iban la Caramba y el Caray al margen de la ley buscándole un consuelo al bolsillo o al corazón que era por amor o era por dinero.
Saca la Caramba su podrida baraja esa que tiene más marcas que la Sábana Santa. El Caray lo sabe pero no dice nada ya conoce el lenguaje que hay detrás de esas cartas. Y como parece, ocurre baza tras baza que el Caray se crece y la Caramba se raja.
Y andan muchos por la plaza a ver lo que se cuece cuando ella por piernas se va y a ver quién la caza. Ella fué a por él creyendo que era un julay y le salió rana el pez "caramba con el Caray" Y él pensó "para una vez que me hecho un rollo majo se va todo al carajo"