Como si de repente se alumbrase la muerte como para animar la pesadez de mi suerte vienen a mi memoria tantos mudos recuerdos viejos momentos que encierran toda la verdad vine a la capital cuando era sólo un chibolo mi padre nos trajo dejándolo todo hicimos nuestra choza en medio del arenal y desde pequeño tuve que ir a chambear fui perdiendo el color rosado de mis mejillas poco a poquito se pudrió la semilla el cóndor que volaba sobre un corazón en gallinazo se transformó deje mi casa, deje el colegio y en estas calles me hice un pendejo pero que tal pendejo, que tal malandrín que tal pirañita en que me convertí miembro honorario de las barras bravas a punta de chavetazos me gané la fama nadie dudaba de mi reputación ya la policía conocía al hampón formé mi banda éramos seis muy pronto nos dimos a conocer de traficantes o de secuestradores esta ciudad la tenía a mis pies maldito el día en que llegué a esta ciudad maldita la miseria que nos trajo acá que porquería morir pidiéndote perdón cuando toda la vida me cagué en tu amor llega al pincho, pero muero en mi ley es muy triste mi final ¡que triste! ¡que triste! ¡que triste final! fui el señor de la juerga y del bacanal hasta que una ramera me contagio el Sida ¡que triste! ¡que triste! ¡que triste mi final!