La conoci por la gracia del hada de las casualidades me deslumbró con su charla signada por las frivolidades con su creencia en las astrologias de turno en esos dias y con su culto a los dioses paganos como Elsa Serrano
pero una duda me chisporroteaba y yo me preguntaba si no estaria arreglando una cita con una pa con una papafrita
papafrita...
En un principio ella fue de madera, después siguió con fuego, y que me vieran con esa fachera me levantaba el ego; asi que yo le meti p’adelante en actitud triunfante hasta que vi que mi presentimiento tenia fundamento:
cuando me dijo con voz regalona de ir hasta Mc Donalds yo me avivé de que la señorita era una pa era una papafrita
papafrita...
Ella con fascinación se entregaba al consagrado engaño de la comida chatarra y le daba de punta todo el año, cuando llegaba el verano cambiaba para las ensaladas porque sentia que estaba tapada de grasas saturadas,
pero por mas coliflor y espinaca que comiera la flaca, su corazón, y perdón que repita, era de pa era de papa frita.
papafrita...
Yo le decia que no me importaba, que cada cual su papo, y si algun dia de pronto pensaba “socorro, yo me escapo” al rato estaba de nuevo con ella y su prosopopeya. Hoy ya no entiendo ese flash que me daba cuando ella me miraba:
aunque estudiada con ojo objetivo tenia su atractivo, ella era rubia, delgada y larguita como una pa como una papa frita.
papafrita...
La relación con el tiempo se iba poniendo muy espesa; yo no podia dejar a la piba: estaba en mi cabeza. Ella tenia el sartén por el mango yo bailaba su mambo y mis intentos de darle a su mundo un giro mas profundo
fueron en vano, y te digo una cosa: que me cavé la fosa, porque al final ella fue tan infame que me dejó y se fue con un salame.