Lluvia y muerte, es un día tan negro que hasta el cielo aplasta el suelo, ¡Que solo y triste estoy, señor! con mi viejo amigo el miedo.
Y mientras el mundo se esconde yo me quedo con él y sus caricias llorando, como solo puede llorar un hombre en este Jardín de las Delicias.
Mis noches han sido un mar atormentado, charcos de luz fueron mis días. He pecado forzando candados, también he cerrado algunas heridas.
Soy ejemplo de desdichados, malo a veces, pero sin malicia. Esta es la historia de un hombre que ha llorado en este Jardín de las Delicias.
Y como me, ves te has de ver al oscurecer con un cirio penando. Por encrucijadas y caminos, cargando conmigo y un camisón blanco.
Este cuadro lo ha pintado el diablo, que también escribió esta canción. La suerte que me ha tocado ha sido un regalo envenenado de dios...o de los dos.
(Solo)
Hoteles de luces rojas de cuando en vez acostado, desvelado en los peores garitos. Las sábanas sucias y calientes, todo lo demás sucio y frio.
Entro, salgo, sigo la corriente, y termino en un callejon vacío. Llorando, como llora un hombre en este Jardín de las Delicias donde he caído.
Miradas brillantes en horas oscuras, no veas todo lo que me he metido. Hasta he llegado a beberme la luna y de milagro aún sigo vivo.
Pero ya me cansé de aguantar la noche, ya soporté mi ración de risas. Y me voy llorando como llora un hombre de este maldito Jardín de las Delicias.
Y como me ves te has de ver al oscurecer con un cirio penando. Por encrucijadas y caminos, cargando conmigo y un camisón blanco.
Este cuadro lo ha pintado el diablo. Él también escribió esta canción. Y la suerte que me ha tocado que nunca viaje a tu lado, te lo deseo, sí, de corazón.