Cholo soy y no me compadezcas, Que esas son monedas que no valen nada Y que dan los blancos como quien da plata, Nosotros los cholos no pedimos nada, Pues faltando todo, Todo nos alcanza.
Déjame en la puna, vivir a mis anchas, Trepar por los cerros detrás de mis cabras, Arando la tierra, tejiendo los ponchos, pastando mis llamas, Y echar a los vientos la voz de mi quena, Dices que soy triste, ¿qué quieres que haga?
No dicen ustedes que el cholo es sin alma, Y que es como piedra, sin voz, sin palabra, Y llora por dentro, sin mostrar las lágrimas.
Acaso no fueron los blancos venidos de españa, Que nos dieron muerte por oro y por plata, No hubo un tal pizarro que mató a atahualpa, Tras muchas promesas, bonitas y falsas.
Recitando:
Entonces ¿qué quieres?, ¿qué quieres que haga?, Que me ponga alegre como día de fiesta, Mientras mis hermanos doblan las espaldas Por cuatro centavos que el patrón les paga.
Quieres que me ría, Mientras mis hermanos son bestias de carga Llevando riquezas que otros se guardan.
Quieres que la risa me ensanche la cara, Mientras mis hermanos viven en las montañas como topos, Escarba y escarba, Mientras se enriquecen los que no trabajan.
Quieres que me alegre, Mientras mis hermanas van a casas de ricos, Lo mismo que esclavas. Cholo soy y no me compadezcas.
Cantando:
Déjame en la puna vivir a mis anchas, Trepar por los cerros detrás de mis cabras, Arando la tierra, tejiendo los ponchos, pastando mis llamas, Y echar a los vientos la voz de mi quena, Déjame tranquilo, que aquí la montaña, Me ofrece sus piedras, acaso más blandas, Que esas condolencias que tú me regalas.