Fue un viento de vigilia el que lo trajo. Quedó varado en un rincón del feca. Le habían afanado hasta la bronca. Lo habían revoleado y salió ceca.
¡Cómo no habría de quedar pagando en actitud entre siniestra y mansa, si después de yugar toda una vida acabó por morfarse la esperanza!
Ya no tiene ilusiones que ponerse. Su fe la desinflaron de un plumazo y hoy anda con lo puesto -su esqueleto-, llevando una cacho'e nada bajo el brazo.