Era un mozo bacán y arrogante, bien peinado al Coty y con gomina, por el cual se trenzaban las minas mendigando una frase de amor. Le llamaban rey de la milonga y mujer que pasó por su lado en sus brazos de niño mimado sin esfuerzo ninguno cayó.
Rey del cabaret, rey sin corazón: las mujeres te perdieron con su torpe adoración. Rey del cabaret, vivís sin amor y por tu alma pasa siempre una sombra de dolor.
Pero al fin se cruzó en su camino una paica de gran entereza, a quien no dominó su belleza y esa fue la que a todas vengó. El calor de la marca de fuego transformó su capricho en cariño y aquel taita lloró como un niño, mendigando una frase de amor.
Rey del cabaret, ¡cómo la querés! ¿A qué andás disimulando si olvidarla no podés? Rey del cabaret, sufrís por amor y hoy sentís en tu alma herida los pinchazos del dolor.