Resuenen las notas del tango porteño como un homenaje del criollo dolor y arrullen las violas el último sueño del ave caída, del dulce cantor. Su voz, que era dueña de toda armonía; su voz, que era el tango de recto compás, aquel Buenos Aires que tanto quería, su gran Buenos Aires, no oirá nunca más...
Por eso hoy hasta vos, cantor de la emoción, se eleva este tango como una oración.
Adiós, porteño zorzal; adiós, cantor sin rival... Porque te fuiste el centro está triste y llora el arrabal. Con vos se fue la emoción, se fue el acento varón de "Mano a mano" como eco lejano de tu última canción.
Lo mismo que el otro cantor argentino, aquel Santos Vega que al diablo venció, a vos te ha vendido tu propio destino y en esta payada la voz te falló. Y pasen los años en larga tropilla, que siempre en mis pagos un viejo dirá, teniendo a sus nietos sobre las rodillas: "Como él no ha habido, no lo hay, ni lo habrá."
Y acaso donde estés, cantor de la emoción, oigas este tango como una oración.