Soy el mate, soy la brisa, soy el sol de la mañana. Busco el árbol, busco el río y el motivo de esta sed. Por mi pecho rueda un sueño y un murmullo sin palabras que me acuna desde lejos, sin espejos de papel. Esta puerta que me llama, necesito atravesarla. Sé que hay alguien que me espera, sé que siempre me buscó, que tiene aquella respuesta que enciende luz en la sombra. El latido y la memoria corazonan la razón.
Me falta un patio, una risa y una canción y un verano y una muñeca de trapo y un libro que no leí y una abuela que cocina sopa de estrellas y vino mientras perfuma la mesa con naranjas y jazmín.
Por la vida que está viva, por la muerte que no es cierta, por cada flor que se abre bajo el sol que la abrigó. por el niño que mañana navegará entre mis ramas, buscándose en los retratos que la noche me arrancó, no me seguirán mintiendo el color de la mirada. Tengo un nombre y una sangre que me quisieron borrar, que es más fuerte que la espada y la rosa disecada que llenaron con cenizas de silencio y soledad.
Y hay un patio y una risa y una canción y un verano y una muñeca de trapo y un libro que no leí y una abuela que cocina sopa de estrellas y vino mientras perfuma la mesa con naranjas y jazmín, (coda) con ese pecho de fuego, encendido en red de amores, con esos brazos de hierro que nadie pudo partir
(1° Premio Certamen de Letras Tango por la Identidad - Abuelas de Plaza de Mayo, 2004.)