No son muchos pero Dios los puso ahí, un poquito más cercanos, me los regaló a mí, para hacerme comprender un poco más
el calibre del amor de mi Padre celestial. No son muchos, pero no los hay mejores en la tierra,
sin temor a los leones en la arena. Sólo pendientes de que alguien me proteja, aunque el precio sea mayor, son amigos,
y no tengo que dar nombres o apellidos... ... porque ellos mismos ya se saben aludidos.
No son muchos pero Dios los puso ahí, extranjeros de otra talla, tan insólitos aquí, que me respetan y regañan a la vez, y me quieren como soy, aunque me conocen bien.
Están cerca, no me es fácil engañarles, porque llevan mis heridas y miserias en su pecho, aunque jamás me echan en cara lo que han hecho, aún teniendo una razón,
son amigos, no hace falta dar sus nombres o apellidos... ...porque de sobra ellos se saben aludidos.
No son muchos pero Dios los puso ahí, peregrinos incansables, luchadores de marfil, forasteros con nostalgia del hogar, en sus frentes brilla el sol, en sus manos siempre hay pan......
...y en sus labios no hay engaño ni traición porque son sellos, y jamás he visto zánganos más bellos, ni me he reído tanto, como junto a ellos, aún en medio del dolor,
son amigos, y no quiero dar sus nombres ni apellidos... ...ellos lo saben y se dan por aludidos.
Compositor: Marcos Vidal Roloff (Marcos Vidal) ECAD: Obra #21034195