Las baldosas que hay en nuestro descansillo saben lo que follamos, empezamos enroscando algĂșn tornillo y se nos fue de las manos, y a patadas con las piezas nadie pudo deshacer este puzzle cabezĂłn, como un rabo de cereza que las va aguantando de dos en dos, al culo de una lombriz nos metimos a dormir mientras afuera todo se derrumbaba y allĂ nos fuimos tachando un abril y otro abril, al culo de una lombriz nos metimos a dormir, cuando salimos ya no quedaba nada y aquĂ seguimos tachando un abril y otro abril, el huequillo del rellano huele a nicho y sabe decir âte quieroâ, y aunque solo quedan bichos aĂșn recuerda que se nos vio el plumero asomar por encima de las antenas y quemarse con las penas del sol, y aguantar el duermevela cuando hiela dentro del corazĂłn, al culo de una lombriz nos metimos a dormir mientras afuera todo se derrumbaba y allĂ nos fuimos tachando un abril y otro abril, al culo de una lombriz nos metimos a dormir, cuando salimos ya no quedaba nada y aquĂ seguimos tachando un abril y otro abril, las paredes del portal, mudas y ciegas donde ya nadie pinta, ni nosotros, que ya no pintamos nada ni corremos la tinta, no hay quien clave con la punta de una llave recordando un nombre para olvidar, ni se besan como saben los que saben que no saben besar, al culo de una lombriz nos metimos a dormir mientras afuera todo se derrumbaba y allĂ nos fuimos tachando un abril y otro abril, al culo de una lombriz nos metimos a dormir, cuando salimos ya no quedaba nada y aquĂ seguimos tachando un abril y otro abril.