Era Mi fiel compañera La flor más linda De la ribera; Por su hermosura Incomparable Se la llamaba "la perla del señor"; Era La estrella querida; Brújula santa De nuestra vida; Pero una noche, el mar Celoso de este amor, Bramando sin piedad Se la llevó.
Navega, mi velero, Que en el gemir del viento Escucho su lamento Como diciendo: adiós; Y si es que a la deriva, Nos lleva el mar bravío, Será, velero mío, Mejor para los dos.
Fiera Nos trata la suerte Porque afrontamos La misma muerte... Pero ¡qué importa! Si aquí en mi pecho Como tu quilla Me cruje el corazón; Deja Que los aquilones Vayan barriendo Mis ilusiones... Deja que brame el mar, ¡ya todo se acabó! Y de la tempestad Me río yo.