Así con esta cara... yo soy Cipriano el rey de la elegancia y del buen humor, y yo caí solito en aquel verano del año novecientos cuarenta y dos... Al verla tan graciosa y tan bonita con su vestido blanco de broderí, le dije: ¿Nos casamos, mi chiquitita? Por qué se lo habré dicho... ¡pobre de mí!
Cipriano... Vos que sos bueno, que sos un ángel, cebame un mate. Cipriano... dame el dinero que hoy es primero y ayer cobraste. Cipriano... muévete un poco, limpia los focos y el radiador. Preciso el coche para esta noche, vendré temprano, como a las dos...
Así con esa cara... yo soy Cipriano, el rey de la elegancia y del buen humor. A mí no me engañaron... creeme, hermano, yo fui al civil solito... y por amor. Y ella me lo decía: "Mirá, querido, que tengo mi carácter... que soy así..." No importa... sólo quiero ser tu marido... ¿Por qué no me hice humo cuando la vi?...