La calle ahuyenta, el miedo, una mujer burlándose de mi se vuelve a preguntar si he muerto, si estoy dormido o soy un ser de ficción. El sol, un diario viejo, un laurel, agiten en mi cara aliento de abanico roto y si no despierto, dejen que limpie el viento.
Algunos momentos ceden como hojas secas. Como este murmullo, rosario de sinrazones. Sigo buscando ese alivio cercano a unos viejos besos. Sigo preguntando ¿donde estás?
La cama encubre el miedo a preguntar si afuera el temporal se calma o nos destruye el sueño. Si ya perdimos o hay un tren sin dolor.
Ni el mar, ni el más preciado despertar heredan un camino dulce sin salvar distancias. Quiero pensarlo, quiero elegir el final. Algunos momentos vagan como hojas muertas. Como este silencio, siesta de sueños cortos. Sigo buscando esos ojos que dicen que estoy enfermo. Sigo preguntando ¿quienes son?
El sol, un diario viejo y un laurel, agiten en mi cara aliento de abanico roto y si no despierto, dejen que limpie el viento, dejen que barra el tiempo.