Te pasaste treinta abriles de una esquina a otra esquina sin saber que era una mina, ni una copa, ni un café. La yugabas como un burro y amurabas meneguina practicando infantería de tu casa hasta el taller. Fútbol, timbas y carreras eran cosas indecentes, sólo el cine era tu vicio... si podías garronear. Y una vuelta que asomaste los mirones por Corrientes al marearte con las luces te tuvieron que auxiliar.
Hijo de "Quedate quieto" y la zaina "No te muevas", nunca, nunca te rascaste ni teniendo sarampión... Flor de chaucha que en la esquina no ligaste ni una breva porque andabas como un longhi chamuyándolo al botón. No tenías ni un amigo, "que el buey solo bien se lame", según tu filosofía de amarroto sin control. Y amasabas los billetes como quien hace un salame laburando de esclavacho, como un gil, de sol a sol.
Hoy te veo engayolado... Te chapó una solterona que podría ser tu nona y que es toda tu pasión... Y seguís amarrocando para que ella, tu monona, se las dé de gran princesa a costillas del chabón. En el banco de la vida al final siempre se pierde, no hay mortaja con bolsillos a la hora de partir. Vos que no sabés siquiera de un final "bandera verde", aclarame, che amarroto... ¿para qué querés vivir?