Todo el extrarradio es ahora una ciudad, una ciudad dormitorio donde no es fácil dormir. Y todas las fachadas se encienden al anochecer; son máquinas tragaperras que sólo dejan perder. Aquí las historias comienzan por el final, aunque alguna excepción te devuelve la fe.
El tiempo es un huracán, sólo un huracán. Ayúdame a dormir y yo te ayudaré a soñar.
¿Recuerdas a Nerea? Hace diez años que llegó. Nació en San Sebastián, les \"invitaron\" a emigrar. Tal vez recuerdes a Marcos, vivió en el mismo portal. Era un fenómeno a los dardos, el puto amo del billar.
La vida es un huracán, sólo un huracán. Ayúdame a dormir y yo te ayudaré a soñar.
Ella sólo pensaba en lo que abandonó. Y el nunca tuvo nada, nada que abandonar. Se miraban sin verse, y no tenían nada que ver, pero quién puede controlar las reglas del azar.
La suerte es un huracán, sólo un huracán. Ayúdame a dormir y yo te ayudaré a soñar.
Marcos y Nerea, y un viejo ascensor que se colgó a mitad de viaje para bien de ellos dos. Dos planetas alejados se pueden encontrar sin por ello provocar una explosión nuclear. Marcos y Nerea aún se suelen confesar: \"Yo quiero amar la libertad y tu amarme en libertad\"
No hay mucho más que decir para terminar. Ayúdame a dormir y yo te ayudaré a soñar.