Crecimos inventando historias al revés, rompiendo una muñeca para saber qué es, o robando monedas en mesas de café. Fuimos los patitos feos por casualidad . Nacimos diferentes a todos los demás.
Fuimos al colegio, había que aprender. Maestras, viejas brujas con olor a papel, trataron de enseñarnos la importancia del tres, la vida de algún prócer peleando sin parar, o cómo se acentuaba la palabra papá. Mientras nuestros ojos soñaban con el mar
Seguimos estudiando. aún sin comprender por qué nos explicaban que amar no estaba bien, que el sexo era basura para personas puras. Nuestras mentes ardían sin saber por qué. Y así fuimos creciendo hasta los dieciséis.
Bailamos con los Beatles, cantamos Yesterday. Aprendimos un oficio para poder comer. De profesión artistas de sótanos concert. Un piano con diez sillas, muy poco que ofrecer. Una canción tristona o alegre al empezar. ¡Que tengan buenas noches. El show va a comenzar!
Contábamos asuntos de nuestra realidad. Vestuarios muy baratos, de poca calidad. Corrientes era un sueño. Quién iba a imaginar que los patitos feos podíamos llegar a grandes escenarios, letreros de neón y un empresario chanta pidiéndonos perdón
Y fue pasando el tiempo, qué vamos a contar; ausencias, desencuentros, otros patitos muertos soñando tantos sueños, viajando a la deriva, el hambre, la tristeza, la pena, la sorpresa, de ver que en otras tierras, lejanas geografías, ser libre no era raro y que un pobre patito podía ser amado.
Los patitos lindos se fueron a bañar y los más chiquititos nos quisimos quedar. Los patos más grandes nos quisieron pegar y, por ser distintos, por necesidad, nos hicimos cisnes para poder volar.