Con Carlos fue así: Veraneábamos en cuartos vecinos en un hotel de Villa Gesel. De noche él me pedía fósforos o el diario no me acuerdo bien. La cama era tan ancha que se quedó a dormir.
No me interesaba. No era mi tipo. Pero lo mismo pasé otra noche con él.
Ay, Pedro no entiende nada. Me ha hecho una historia que no termina nunca y la repite todo el tiempo y la repi-
Después fue lo de Lino, con quien recorrimos los lagos del sur en Topolino. Fuimos a un motel Y, no sé por qué, terminamos en la cama. Y al día siguiente otra vez.
Cuando le conté. Pedro. Indignado. llorando me decía: “¿Por qué otra vez?”
Ay, Pedro no entiende nada. Me ha hecho una historia que no termina nunca y la repite todo el tiempo y la repite todo el tiempo y la repi-
Como aquel otro día, cuando el hombre del service vino una mañana a ajustar la válvula del televisor y, en el sillón, hicimos el amor.
Eso, lo juro, fue casualidad. No sé qué me pasó por la cabeza. La penumbra, el sillón, ese desconocido... Pero fue una cosa rápida. ¡Ni cinco minutos!
Ay, Pedro no entiende nada. Me ha hecho una historia que no termina nunca y la repite todo el tiempo Y la repite todo el tiempo Y la repite todo el tiem-
Nadie me entiend.e Son cosas pasajeras que vienen y se van. Yo las olvido. Porque mi amor, mi verdadero amor, fue siempre Pedro.