Soy snob. Soy snob. Es mi defecto mejor. Me llevó meses de trabajo lograrlo. Es una vida tan agitada, pero ahora... con el resultado estoy encantada.
Soy snob. Terriblemente snob. Todos mis amigos lo son, porque ser snob es un amor.
Vestidos de Pucci. Zapatos de cebú. El brasier de Madrid. En el dedo un rubí. En el del pie, ¡eh! Las uñas negras para hacer juego con las medias
Voy al cine sólo a ver cintas suecas. Cuando voy al night club. Pido whisky a secas... Chaca-chaca, chaca-chaca... No sufro del hígado, ¡Uy, no!. Ya no se usa. Tengo una úlcera que es más patética y menos piruja
Soy snob. Soy snob. Tengo abono en bellas artes... pero no voy. Todas las mañanas cabalgo por la hierba porque me fascina el olor de la mierda. Sólo visito a los nobles con apellidos dobles. Soy snob. Soy snob. Y cuando hago el amor lo hago con guantes y en el comedor.
Tengo un guardarropas expectacular. Me accidento los martes en mi Jaguar. Porque en estas sutilezas se distingue la snobleza. Soy snob, tan snob, que Jackie Onassis a su último entierro ya me invitó.
Oh! Just one more time. Soy snob, tan snob, que cuando muera tendré una mortaja de Christian Dior. De Christian Dior.