Y si ves alguna noche entre risa y carcajada, una triste milonguera de un lujoso cabaret; acordate que esa pobre tiene el alma destrozada, que no baila de alegría y se ríe sin querer.
Si la ves arrinconada recordando con tristeza, las desdichas del pasado, triste fin de una pasión; de seguro que en el blanco mantelado de la mesa, la visión de su pebete la consuela en su dolor.
Bailá, bailá, milonguera que al mundo no le importa si vos llorarás. Bailá, bailá, milonguera, porque mira el encargado y te puede echar.