Cotorro que alegrabas las horas de mi vida, hoy siento que me muero de angustia y de dolor. Vivir sin la esperanza de la mujer querida... Sentir la herida abierta, sangrando el corazón.
¡Si aún conserva el piso la marca de las huellas que en noches no lejanas dejaba al taconear!... Y aún hay en el ambiente las miradas aquellas de aquel guapo malevo que la sacó a bailar.
Entonces en mis ojos sentí dos lagrimones. .. Sacando los cuchillos salimos él y yo.. . Y cuando me llevaban seguían los bandoneones y la mujer aquella entró al baile y bailó...