En el barrio Caferata en un viejo conventillo, con los pisos de ladrillo, minga de puerta cancel, donde van los organitos su lamento rezongando, está la piba esperando que pase el muchacho aquel.
Aquel que solito entró al conventillo, echao a los ojos el funyi marrón; botín enterizo, el cuello con brillo, pidió una guitarra y pa'ella cantó.
Aquel que, un domingo, bailaron un tango; aquel que le dijo: "Me muero por vos"; aquel que su almita arrastró por el fango, aquel que a la reja más nunca volvió.
Ventanita del cotorro donde sólo hay flores secas, vos también abandonada de aquel día... se quedó.
El rocío de sus hojas, las garúas de la ausencia, con el dolor de un suspiro tu tronquito destrozó.