(bolero)


De repente me vi preso en el telar que me envolvía.
No podía con las ganas de saber lo que tú hacías.
No es que fueras la absoluta propiedad de mi cariño,
Mas los celos alumbraban mi dolor como el de un niño.

De repente comprendí que te quería demasiado,
Que la vida es tan sólo aquel instante desdichado
En que nada nos aparta de un amor desesperado,
Y la duda nos sacude con afán atormentado.

De repente me vi solo ante el espejo, frente a frente,
Y me dije que el dudar nos va volviendo indiferentes.
No maldigo los instantes que viví solo contigo,
Aunque creo que de tu alma debí ser sólo un testigo.

De repente me di cuenta que la vida es densa y fuerte,
Que de pronto nos asalta la ignorancia del olvido,
Y nos mueve la infecunda soledad de lo vivido.
Y nos falta la durísima experiencia de la muerte.