Una luna vacía me mira dentro del cielo y yo, estribando corto, como un ladrón me voy yendo porque robé el sabor de una ternura con dueño.
Ojitos verdes tuve brillando como luceros y una trenza triguera que iba aleteando en el viento cuando llegué a su casa con mis pesares de invierno y entibiaron mi sangre sus blancos brazos abiertos, sus blancos brazos abiertos.
A veces me pregunto si me esperaba a lo lejos escondida a la sombra de mi viejo compañero como la fiera aguarda vadeando sombra al viajero para saltarle al alma con diente y garra, mordiendo.
Tanto burlar tranqueando la torrentera y el cerco para caer de noche debajito de su pelo y en sus ojitos verdes hacer nidal pa’ los sueños, hacer nidal pa’ los sueños.
Por esas rutas largas que anduvimos con esfuerzo y esas lunas mordidas que zurcen los pensamientos de tu casa me aparto con el dolor en los huesos.
Yo no quería tocarla y se me metió en el pecho, se me enredó en la sangre, se me apialó en el deseo, y en sus ojitos verdes busqué un nidal pa’ los sueños cuando al monte subiste para esconder los troperos.
Perdóname, compañero.
*Obs: Composição do álbum "La hora final" (CBS - 1.969).