A los catorce compró aquel morral con la foto del Che y fue aprendiendo que la libertad es un bien por hacer. El Che murió transparente y total como un rayo de luz y la esperanza llenó su morral con canciones del sur.
Hay un muchacho que mira hacia atrás y recuerda que fue con su papel a ejercer el derecho que tiene a creer y ese muchacho ahora piensa que al fin lo que fue se acabó, la transparencia no fue en el país donde el chico creció.
Y tiene mi edad y el color de mi voz, tan cerca de mí que podría ser yo.
Aquel muchacho creció sin saber que en su estrecho país no se podía cantar, pero alguno cantó porque sí. Porque la vida es un bien que no debe causarnos dolor, un bien de todas y todos los sexos y tribus del sol.
Y se pregunta si ya no es posible encontrar la verdad, si en la impureza perdimos el rastro de la honestidad, la transparencia, las buenas ideas que un día pensó eran la causa de todo discurso y de toda canción.
Y tiene mi edad y el color de mi voz, tan cerca de mí que podría ser yo.