Aun quedan historias de amor. Aqui, en la ciudad, están vacilantes por la dieta, y los verás pasar, otra vez, santos sin iglesia, los dias pasan sin parar por esas caras sin edad y en su cabeza el verso libre de un sombrero. A veces un rayo de sol les presta un poco de calor la gente no les quiere hablar, gira por no mirar, van a explorar una ciudad llena de ruido y porquería, donde su santidad se disfraza de anarquía tienen su codigo de honor saben que heroes no son. Y vienen y van santos de ciudad, espantapájaros de trapo quietos como están, zapatos de almas desatados. Peregrinos de ciudad. Si vas, si vas bajo el puente, alli encuentras a estos santos. La noche les encontrará bajo cartones de embalar, diarios, sueños, fuego y un lecho duro, para ellos es un gran hotel, y a la luz triste de un farol, la orquesta y ríos de champagne claveles en el frac, alguno no despertará, como una sombre que se va, y mientras la tribu toca fuerte su tam-tam porque es suave y al oido habla Dios a los mendigos, nieve, viento y más, santos de ciudad.