La frase más triste brotó de tus labios, recuerdo esa noche temblaba tu voz. ¡Me voy para siempre, todo ha terminado! Dijiste llorando: No guardes rencor. Yo quise gritarte con todas mis fuerzas, ¡no te vayas mi alma, no te vayas, no! pero fue muy tarde, ya estabas resuelta y desde la puerta, me dijiste adiós.
Dónde andarás alma mía, así no puedo vivir, sin comprender todavía cómo pudiste partir. Si Dios ayuda al que ama él no me podrá dejar sin comprender que te vuelva a ver, aunque sea una vez más.