Aún tiembla entre mis manos la carta que mandaste con lágrimas y besos sus letras empapé. En ella tú me dices que has de volver muy pronto a darme para siempre la flor de tu querer... Y así desesperado te espero noche y día y vivo en un tormento pensando si vendrás. Te nombro con tristeza, después con alegría y quiera Dios que vuelvas y no te vayas más...
Si vieras los deseos que tengo de tenerte de hablarte, de abrazarte con todo el corazón... Sentirte entre mis brazos eternamente mía, poder gritar al mundo nuestro sincero amor... Sentir como se funden mis ansias con las tuyas formar un alma sola del alma de los dos. Así, pura y amante, para quererte siempre así, con toda el alma, así te espero yo.
La noche que regreses, será la más hermosa, de par en par abierto tendrás mi corazón. Y el ruiseñor del alma te brindará una rosa y un manto de ternura nos cubrirá a los dos. Tus labios en mis labios, ardientes como el fuego, sintiendo que me quieres, como te quiero yo. Sentir entre mis venas un fuego de locura, sabiendo que me quieres... te entrego el corazón.