Ven, siéntate en mi mesa, muchacha de ojos negros, aquí cerquita mío, y pide de beber. Arráncame del pecho la espina de un tormento que tengo aquí clavada, con nombre de mujer. Alégrame muchacha, atúrdeme si quieres, soñemos esta noche mintiéndonos amor, la tibia serpentina de un tango nos envuelve, bailemos que yo quiero sentir tu corazón.
Charlemos de amor, despacito, despacito. Y dime, mi amor, que me quieres, cariñito. Charlemos de amor, nuestras almas engañemos, aunque mañana lloremos, aunque mañana lloremos, la mentira de este amor. Dame tus labios de raso, aunque mañana en pedazos, se quede mi corazón.
Ven, tiéndeme tus manos, que quiero acariciarlas, acércate bien mío y dame de beber. Es que ha sufrido tanto mi vida solitaria, nunca he tenido un sueño, ni a nadie a quien querer. Mentira es esa espina que dije está clavada, mi amante ha sido siempre la triste soledad. Por eso te suplico, muchacha, no te vayas y arráncame las ganas que tengo de llorar.