Rey mago Baltasar que, como yo, eres negro que vives en el cielo, tan cerca del Señor, que traes los regalos para los niños buenos, yo no te pido nada, ni un sulky, ni un tambor. Tan sólo yo quisiera que a todos esos niños que siempre me hacen burla y ofenden mi color, les digas cuando vengas, que Dios está enojado, que él sabe que me llaman, riendo, Tío Tom.
Si vieras cuantas noches me arrinconé llorando, al cielo preguntando, ¿por qué, por qué Señor, se burlan de ese modo, me miran con desprecio, me ponen sobrenombres y ofenden mi color? ¿Acaso nuestra historia no habla de Falucho? Aquel heroico negro leal a San Martín, que antes de entregarle a otros su bandera, pensó primero en ella y prefirió morir.
Anoche quise ver qué sangre había en mis venas, con un trozo de vidrio, mi brazo desgarré. La sangre que brotaba, si vieras, no era negra, me puse tan contento, sabés, que hasta lloré. Por eso yo te pido que a todos esos niños, le digas que no deben llamarme Tío Tom, que corre sangre roja bajo mi piel morena y tengo como ellos, también, un corazón.