¡Nadie! yo no quiero ser el simple nadie, de tu amor. ¡Piensa! deja que martille en tu conciencia, nuestro Dios... Dime que el rencor en ti no existe, bríndame el calor de tu regreso. Dime que aún conservas el pañuelo con el retrato del primer beso.
Siempre tristes, miran sin mirar mis ojos tristes, por tu amor. ¡Vamos! Vamos, ven y tiéndeme la mano, del perdón. Debes recordar nuestro pasado, no se justifica tu desaire. Piensa que no puedo ser el nadie de tu amor.