Acudía a tu auxilio de forma inmediata. "Hola, qué tal?", tu sonrisa y perdí por goleada. Te apoderaste al instante de mi ocio Y al fin y al cabo, pude entender que hiciste negocio.
Una ráfaga de balas seductoras No lograban vulnerar una coraza idiota Y con mi seguridad ya en la miseria, Fuimos por un café, juntos, los 3: Vos, yo y tu histeria.
Sin mucho más que hablar, nos despedimos. Comprobé que ya era inútil extender ese partido. Colgué los timbo y bajé la persiana, sin embargo, tu auto estima cascoteó mi ventanta.
Sugerías necesitar mi delirio. Para ganar espacio, me mostré cual tipo tibio. Empezó a inquietarte mi nueva conducta, pero caí derrotado por tus brotes de astucia.
Me regalaste vacaciones en tu alcoba, atrás quedó esa idiotez de dormir cola con cola. Conocí los pechos más lindos del mundo. Sobre gustos no hay nada escrito, pero sobre bustos:
Quién dijo que no se puede?
Quién dijo que no se puede combinar inconstancia, inconciencia y lealtad? Que es imposible dar un paseo un día a tu cielo, un día a mi infierno?
Estoy seguro, compañero, y me juego mi alma loca, que no debe existir boca como esta, en el mundo entero.